Descubre cómo el proceso de corrección y la revisión de manuscritos transforman la escritura emocional. Y también cómo afectan a la voz creativa de una escritora.
He leído a muchas personas que recomiendan no revisar lo que estás escribiendo. Que lo importante es avanzar, dejar que la historia fluya sin interrupciones. Lo entiendo.
Pero es difícil cuando te has formado para corregir, cuando la mirada crítica se activa sola, como un resorte. La corrección no es solo una herramienta técnica. Es una forma de mirar el texto. También es una forma de desentrañar lo que está oculto entre líneas. Sirve para afinar la emoción.
El momento de dejar respirar la historia
Después de escribir, hay que dejar que la historia respire. Que vuele. Que se aleje. Ya no te necesita. En ese momento, empieza el verdadero trabajo. Debes leer y revisar buscando fallos en la coherencia narrativa y comas de más. Debes buscar frases que no suenan como deberían. Corregir no es solo tachar. Es escuchar lo que el texto quiere decir y ayudarle a decirlo mejor.
La escritura emocional no se interrumpe
No mientras escribes. En eso estoy de acuerdo. Mientras escribes una escena de acción, una pelea, por ejemplo, amontona los golpes, seguramente sin precisión. No te preocupes, está bien. La escritura emocional necesita desorden. Cuando Eduardo y Aitor estaban comiéndose a besos, los dejé amarse sin mirar. No interrumpí. No corregí. No conté comas. Solo los dejé ser.
La revisión como transformación creativa
Reconozco que no reviso si lo que estoy escribiendo afecta la estabilidad de un personaje. Una escena íntima que no debe dejar esperando ese beso entre los dos. O después del beso, cuando las manos ya se han abierto paso por debajo de la ropa. La corrección puede esperar. La emoción no.
He leído, releído, revisado y corregido Rabia y libertad cuatro veces. Una primera vez, después de guardar el borrador en el cajón durante tres meses. A lápiz. Con distancia. Otra, con las anotaciones de los lectores que la habían revisado antes que yo. Hubo una tercera, después de dejar el manuscrito lleno de tachones hechos con bolígrafo rojo. Y después de esa revisión, me lancé a la aventura de la maquetación. Sí, lo volví a leer. Mientras lo encajaba entre plantillas. Elegía la tipografía, el tamaño de la letra, las sangrías y los espaciados. He vuelto a leer la novela en su resultado final. Lo volveré a hacer cuando me llegue el ejemplar físico.
Corregir también es cuidar
No, no la sé de memoria. Pero podría decir que he sentido todo lo que hay entre sus líneas. Que me he emocionado. Que he llorado. Que he dudado. Que he tachado sin piedad. Esa distancia imprescindible es necesaria. Solo así, al releer tu historia, no te importará llenarla de correcciones. Esto es lo más importante para que roce la perfección. O al menos, para que se acerque a lo que querías contar.La corrección de textos es una forma de respeto. Hacia el lector. Hacia la historia. Hacia ti misma como autora. No es un proceso frío. Es íntimo.
La revisión es también una forma de transformación creativa. Porque al corregir, no solo limpias el texto: te limpias tú. Te ves desde fuera. Te entiendes mejor.
Por eso, si estás escribiendo una novela, un relato o una historia que te importa, no tengas miedo de corregir. Te invito a que lo hagas sin miedo. Pero hazlo cuando toque. Primero crea. Luego transforma. Y si necesitas ayuda, aquí estoy.
No quiero despedirme sin recordarte dos cosas.
Una: podrás leer Rabia y libertad y decirme si encuentras algún error. Espero que me lo digas con profesionalidad, respeto y cariño. El 12 de diciembre.
Y otra: si quieres, yo leo tu borrador con la distancia necesaria y te ayudo con su corrección. Prometo hacerlo con profesionalidad, respeto y cariño. Porque corregir también es cuidar.

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